Gabriel Boric se convirtió en el presidente electo de Chile tras una victoria amplia e incontestable en la segunda vuelta presidencial. Con más del 99,99% de las mesas escrutadas, el candidato de izquierda obtuvo el 55,87% de los votos, frente al 44,13% de su rival, el ultraderechista José Antonio Kast, quien había ganado la primera vuelta el pasado 21 de noviembre.
Kast reconoció rápidamente su derrota la noche del domingo, en un gesto que consolidó el carácter democrático de una jornada electoral histórica. Boric no solo alcanzó el mayor número de votos obtenidos por un presidente en la historia reciente de Chile, sino que también se convertirá en el mandatario más joven del país, a sus 35 años.
Su victoria marca un quiebre con la estructura política tradicional. Boric será el primer presidente que no pertenece a los dos grandes bloques que han dominado el escenario chileno desde el regreso a la democracia en 1990: la centroizquierda y la centroderecha. Su elección es vista como la respuesta institucional a las demandas de cambio surgidas tras el estallido social de 2019, un punto de inflexión en la política chilena contemporánea.
Durante su primer discurso como presidente electo, ante una multitud reunida en el centro de Santiago, Boric subrayó la necesidad de avanzar con responsabilidad y amplitud de acuerdos:
“Los avances van a requerir acuerdos amplios. No queremos desbarrancarnos ni arriesgar lo que cada familia ha luchado con su esfuerzo”.
El líder de izquierda también delineó su visión de país, basada en reformas estructurales con un enfoque de inclusión y justicia social:
“Debemos avanzar con responsabilidad en los cambios estructurales sin dejar a nadie atrás; crecer económicamente; convertir lo que para muchos son bienes de consumo en derechos sociales sin importar tamaño de billetera; y garantizar la vida tranquila y segura”.
La llegada de Boric a La Moneda representa no solo una renovación generacional, sino también una apuesta por un modelo de desarrollo más equitativo, en un momento en que el país busca redefinir su contrato social a través de una nueva Constitución y profundas transformaciones institucionales.
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