Cuando Ricardo Gareca asumió la dirección de la selección chilena, la esperanza se respiraba en el ambiente. Tras sustituir a Eduardo Berizzo, el Tigre se presentó el 25 de enero de 2024 con la promesa de encaminar a La Roja hacia el Mundial 2026. «Lo único que me interesa es estar en un Mundial, pero eso se construye», declaró en su presentación. Sin embargo, lo que parecía un camino de ilusión se tornó en una pesadilla, y hoy solo un milagro permitiría que Chile llegara a la cita que se disputará en Canadá, Estados Unidos y México.
Un rendimiento decepcionante en 14 partidos
En su primer año, Gareca ha dirigido a Chile en 14 encuentros –incluyendo amistosos, la Copa América de Estados Unidos y partidos de Eliminatorias– acumulando únicamente cuatro victorias, tres empates y siete derrotas, lo que representa un rendimiento del 35,7%. Con 20 goles a favor (seis de ellos en el partido contra Panamá) y 19 en contra, el balance es negativo. Al analizar únicamente los duelos oficiales, el panorama es aún más sombrío: en 10 cotejos, solo se ha conseguido una victoria (4-2 a Venezuela en noviembre pasado), tres empates y seis derrotas, alcanzando apenas seis puntos de 30, es decir, un 20% de efectividad. Este rendimiento coloca a Gareca como uno de los técnicos con peores estadísticas en la historia reciente de La Roja, comparado incluso con Pedro García en 2001.
La ilusión se esfumó rápidamente
El buen comienzo frente a Albania el 22 de marzo de 2024, en el que Chile se impuso 3-0, trajo un rayo de esperanza al público y parecía reavivar la conexión con los hinchas. Sin embargo, tras la Copa América, donde se empató sin goles contra Perú y se evidenciaron problemas en la generación de juego y la llegada al gol, la selección entró en una espiral negativa que se tradujo en ocho partidos consecutivos sin victoria. En estos duelos, la base que se mostró prometedora en los amistosos iniciales se fue erosionando poco a poco.
La búsqueda de un equipo y un plan táctico limitado
Gareca ha intentado mantener la estructura del 4-2-3-1 que implementó desde el inicio, pero sin lograr adaptarse a las circunstancias del torneo. En algunos partidos, como el disputado contra Bolivia en Ñuñoa, el técnico apostó por utilizar dos delanteros, una estrategia que no resultó, mientras que en Asunción intentó un 4-1-4-1 para reforzar el mediocampo, sin encontrar la estabilidad necesaria. Las críticas se centran en la falta de un plan B, lo que ha contribuido a que la Roja pierda cohesión y confianza en momentos clave.
Rotación y cambios en el plantel
Durante estos 14 encuentros, Gareca ha dado minutos a 56 jugadores diferentes. Eduardo Vargas encabeza la lista con 957 minutos en 13 partidos, seguido por Rodrigo Echeverría (862 minutos) y Gabriel Suazo (836 minutos). Arturo Vidal, por su parte, ha sumado 228 minutos en tres encuentros. Sin embargo, ciertos nombres que en otros procesos de La Roja brillaban, como Claudio Bravo, Igor Lichnovsky, Matías Catalán e incluso Ben Brereton –este último con 145 minutos en ocho partidos– han quedado relegados. Además, la ausencia de Carlos Palacios, titular en Boca Juniors, ha sido muy señalada.
La renovación en la selección absoluta
Bajo la dirección de Gareca han debutado 14 futbolistas en el combinado absoluto: Nicolás Fernández, Thomas Galdames, Gonzalo Tapia, Lucas Cepeda, Marcelo Morales, Ulises Ortegoza, Fabián Hormazábal, Luciano Cabral, Ariel Uribe, Nicolás Guerra, Dylan Escobar, Álvaro Madrid, Steffan Pino y Fernando Zampedri, este último sumándose tras su nacionalización.
Reflexiones finales
Antes de partir a Asunción, Gareca afirmaba: “A estas alturas, dejar a Chile es imposible. La expectativa es dejar algo… No es momento de hacer balances. Con el tiempo se verá”. Hoy, la realidad es innegable: la situación es crítica y el sueño de clasificar a la Copa del Mundo se aleja, situando a La Roja en el último lugar de las Eliminatorias y evocando de manera dolorosa el fracaso de la campaña hacia Corea-Japón 2002.
En resumen, el primer año de Gareca en la selección chilena ha pasado de una euforia inicial, marcada por la promesa de construir un equipo ganador, a una desilusión absoluta que pone en riesgo las aspiraciones de La Roja para el Mundial 2026. La falta de resultados, la rigidez táctica y una rotación excesiva han sido factores clave en este sombrío balance que, a menos que se produzca un cambio radical, podría sellar un proceso que ya se percibe como fracasado.
*Estudio Estadio produce sus propios contenidos, ya sea con el aporte de sus redactores o el uso de tecnología avanzada