Caminar tras una comida puede ofrecer notables beneficios para la salud, desde mejorar el metabolismo hasta favorecer la digestión y el control de la glucosa. Estudios recientes destacan que una caminata breve, de entre 2 a 5 minutos, puede reducir los picos de azúcar en sangre hasta en un 12%, lo que resulta fundamental para prevenir la diabetes tipo 2. Además, investigaciones de la Universidad de Otago y un metaanálisis publicado en Sports Medicine han confirmado que incluso periodos cortos de actividad postprandial mejoran el rendimiento metabólico y pueden contribuir a la pérdida de peso.
Esta práctica también beneficia el sistema digestivo, al estimular el tránsito de los alimentos y reducir molestias como hinchazón o reflujo, según estudios en Gastroenterology and Hepatology from Bed to Bench. Por otro lado, caminar tras comer libera endorfinas, serotonina y dopamina, mejorando el estado de ánimo, tal como señala la Mayo Clinic.
No obstante, para algunas personas, empezar a caminar inmediatamente después de comer puede provocar leves molestias gastrointestinales. En esos casos, se recomienda esperar de 10 a 15 minutos y mantener un ritmo moderado. Complementar esta práctica con la ingesta de agua o infusiones de manzanilla, que han demostrado efectos beneficiosos en la digestión y en el alivio de náuseas, también puede potenciar los efectos positivos de esta rutina.
En definitiva, incorporar una caminata corta tras las comidas es una estrategia sencilla y efectiva para mejorar la salud metabólica y digestiva, siempre que se ajuste a las necesidades individuales para evitar incomodidades.
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