Caminar al menos 5.000 pasos al día podría ser suficiente para reducir el riesgo de síntomas depresivos en adultos. Así lo concluye un estudio liderado por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), que analizó datos de casi 100.000 personas durante un período de entre dos y siete años.
Con motivo del Día Internacional de la Salud, el centro compartió los resultados de esta investigación, que evidencian que incluso niveles modestos de actividad física tienen un efecto protector frente a la depresión.
Según los datos recopilados, caminar 5.000 pasos al día ya implica una reducción significativa del riesgo de desarrollar depresión. Además, el beneficio es acumulativo: por cada aumento de 1.000 pasos diarios, el riesgo disminuye un 9 %. La mejora más significativa se observó en quienes superaban los 7.500 pasos al día, con una reducción del 42 % en la prevalencia de síntomas depresivos. Sin embargo, los investigadores advirtieron que este efecto no sigue una progresión lineal: alcanzar los 10.000 pasos no conlleva una disminución adicional relevante.
Una revisión de 33 estudios respalda los hallazgos
Los resultados se basan en una revisión sistemática de 33 estudios científicos que incluyeron un total de 96.173 adultos sin síntomas depresivos al inicio de las investigaciones.
El equipo, liderado por Bruno Bizzozero Peroni e integrado por investigadores del Centro de Estudios Sociosanitarios de la Facultad de Enfermería del campus de Cuenca (UCLM), evaluó los resultados obtenidos en distintos contextos, empleando metodologías comparables entre sí.
Los análisis demostraron que incluso quienes no cumplen con las recomendaciones más exigentes en cuanto a actividad física pueden obtener beneficios significativos si mantienen una rutina de caminatas. Alcanzar los 7.000 pasos diarios se asocia con una reducción del riesgo de depresión de aproximadamente un tercio.
Medir los pasos: una estrategia simple y efectiva
Para los investigadores, este hallazgo tiene un doble valor: por un lado, permite identificar un umbral mínimo de pasos con impacto positivo en la salud mental; por otro, ofrece una estrategia práctica para fomentar el autocuidado.
“Contabilizar los pasos es una medida objetiva, sencilla e intuitiva para promover la actividad física tanto en la población general como en entornos clínicos”, señaló Bizzozero Peroni en un comunicado emitido por la universidad.
En este sentido, las tecnologías personales juegan un rol fundamental. Dispositivos como pulseras inteligentes y aplicaciones móviles facilitan el monitoreo continuo y motivan a quienes buscan aumentar su actividad física diaria.
Según el equipo de la UCLM, estas herramientas resultan especialmente eficaces entre adultos que desean incorporar hábitos más activos en su vida cotidiana.
Un problema global: la falta de actividad física
La publicación del estudio llega en un momento crítico para la salud pública. A pesar de los avances científicos, gran parte de la población aún no cumple con los niveles mínimos recomendados de ejercicio. Datos recientes indican que el 31 % de los adultos y el 81 % de los adolescentes a nivel global no alcanzan las pautas mínimas de actividad física.
Las consecuencias son graves. En 2019, la inactividad física estuvo relacionada con 830.000 muertes y 16 millones de años de vida ajustados por discapacidad. Desde 1990, estos indicadores han aumentado un 84 %, y los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de reducir la inactividad física en un 15 % para 2030 están lejos de cumplirse.
La depresión: una enfermedad en aumento
El sedentarismo no solo afecta la salud física. En paralelo a su avance, más de 330 millones de personas en el mundo padecen depresión, una cifra que probablemente esté subestimada debido a la dificultad de diagnóstico.
La depresión es una de las principales causas de discapacidad a nivel global y repercute en múltiples áreas de la vida: desde el bienestar emocional hasta la salud física, las relaciones sociales y la productividad. Su origen es multifactorial, con influencias genéticas, biológicas, psicológicas, sociales y conductuales. Entre ellas, la falta de actividad física juega un papel importante.
Por ello, estrategias preventivas como la caminata diaria pueden ser claves para reducir la incidencia de la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
Los resultados del estudio de la UCLM se suman a una creciente base científica que refuerza la conexión positiva entre movimiento y salud mental. Actividades accesibles como caminar, incluso en niveles moderados, pueden tener un impacto tangible en la prevención de la depresión.
Aunque aún se investigan los mecanismos específicos que relacionan la actividad física con la mejora emocional —como la neurogénesis, la reducción de la inflamación o el aumento de la autoestima—, el mensaje de los expertos es claro: no se necesitan metas extremas para cuidar la salud. A veces, basta con comenzar a moverse y dar unos cuantos pasos al día.
@EstudioEstadio