La idea de que solo correr rápido mejora el rendimiento está quedando atrás. Hoy, cada vez más expertos en deporte y salud coinciden en que trotar a un ritmo suave todos los días, incluso por solo 30 minutos, puede ser mucho más beneficioso de lo que se pensaba. Esta forma de entrenamiento, lejos de ser exclusiva para quienes recién comienzan, se está posicionando como una herramienta clave para corredores de todos los niveles. Publicaciones especializadas como Runner’s World han recopilado estudios y opiniones de profesionales que respaldan esta visión, destacando que correr lento no solo es seguro y accesible, sino que también es altamente efectivo para cuidar el cuerpo y mantenerse constante en el tiempo.
Parte del atractivo de este enfoque está en su simpleza: no se necesita más que un par de zapatillas y algo de voluntad. Es una actividad que cualquiera puede realizar, sin importar la edad ni la experiencia, y que se adapta fácilmente a distintos lugares y rutinas. Justamente, esa facilidad y bajo costo han hecho del running una de las disciplinas más populares en todo el mundo.
Uno de los conceptos que más se destaca dentro de esta forma de correr es el entrenamiento en “zona 2”, un rango de frecuencia cardíaca moderado que permite mantener una conversación sin dificultad mientras se corre. Se trata de un ritmo cómodo, entre el 60% y 70% de la frecuencia cardíaca máxima, que ayuda a fortalecer el sistema cardiovascular, mejora la capacidad aeróbica y facilita la quema eficiente de grasas. Además, al no exigir tanto al cuerpo, reduce significativamente el riesgo de lesiones y favorece la recuperación.
Más allá de lo físico, correr a este ritmo también tiene efectos positivos en el bienestar mental. Ayuda a liberar tensiones, mejora el estado de ánimo, favorece el sueño y estimula el funcionamiento del cerebro. También fortalece el sistema inmune y promueve una práctica constante, lo que es clave para mantener el hábito activo sin agotarse. En términos de rendimiento, trotar lento entrena al cuerpo para usar el oxígeno de manera más eficiente y activa las mitocondrias, encargadas de generar energía en las células. Según explica Carlos Rojo, corredor aficionado y especialista en equipamiento deportivo, esto mejora notablemente la resistencia y acelera la recuperación tras entrenamientos más exigentes.
Incluir este tipo de sesiones en la planificación semanal es, para muchos expertos, una decisión inteligente. Permite construir una base sólida, mantener la motivación y progresar sin poner en riesgo la salud. Como señala Rojo, correr a ritmo lento no es solo útil, sino fundamental para avanzar de manera sostenible. En un contexto donde cada vez más personas buscan formas de entrenar que respeten el cuerpo y el bienestar general, este enfoque aparece como una opción poderosa, simple y efectiva para mantenerse activo durante años.
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