Colo Colo vive días turbulentos, quizás los más complejos en lo que va del año. En pleno cierre de mayo, el equipo ya quedó fuera de la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y la Copa Chile, desatando una crisis que no solo golpea lo deportivo, sino que también sacude a la interna de Blanco y Negro en medio del año de su Centenario.
Tras la seguidilla de fracasos, el presidente Aníbal Mosa intentó cortar por lo sano y propuso la salida de Jorge Almirón. La idea contó con el respaldo del Club Social y Deportivo Colo Colo, pero se estrelló con la resistencia del bloque conocido como el «vialismo», encabezado por Alfredo Stöhwing. Gracias a sus cuatro votos, este sector frenó el intento de romper anticipadamente el contrato del entrenador argentino.
El gran obstáculo fue, una vez más, el económico. Almirón tiene una cláusula de salida que bordea los 3 millones de dólares, pero la dirigencia solo estaba dispuesta a ofrecer 1,2 millones como compensación. Esa brecha impidió avanzar y, pese a que la salida del técnico ya parecía decidida, terminó quedándose. De hecho, se espera que dirija al equipo este jueves frente a Atlético Bucaramanga por la Sudamericana.
En la última reunión del directorio en el Estadio Monumental se actualizaron los avances de la negociación, aunque no se alcanzó ningún nuevo consenso. Como se asumía que los votos seguirían igual, ni siquiera se intentó una nueva votación.
La sorpresa vino después. Casi una hora más tarde, Aníbal Mosa apareció ante la prensa para anunciar que Jorge Almirón seguirá siendo el entrenador. “Estábamos esperando una última conversación con su entorno. Luego de eso, hemos decidido que Jorge continuará como DT de Colo Colo”, declaró.
Mosa también apuntó contra Stöhwing y el bloque opositor, criticando la falta de disposición para debatir a fondo la situación. “Después de tres derrotas duras y de quedar fuera de dos torneos importantes, era urgente hacer un análisis serio. Pero eso no fue posible, porque el señor Stöhwing se negó a reunirse con sus directores”, disparó el timonel.
Así las cosas, el técnico se queda, pero el ambiente está lejos de calmarse. La tensión dentro del directorio es evidente, y las diferencias internas siguen latentes. En la cancha, al equipo le queda el deber de cerrar con dignidad su participación internacional, mientras que en las oficinas el futuro del club más popular del país se ve cada vez más incierto.
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