Aunque muchas personas piensan que solo se está deshidratado cuando aparece la sed, lo cierto es que el cuerpo suele dar señales mucho antes. Algunos de estos signos pueden ser tan sutiles que pasan desapercibidos, pero los especialistas advierten que prestarles atención es clave para mantener una buena salud. Según un artículo publicado por Vogue, incluso si no sentimos sed, podríamos estar necesitando más agua de la que creemos. Dos expertas en salud —la Dra. Lela Ahlemann y la Dra. Heather Viola— explican que la hidratación es esencial para el funcionamiento general del cuerpo y que no siempre es fácil notar cuándo hay un desequilibrio.
El agua, que compone cerca del 70% de nuestro organismo, se pierde constantemente a través de funciones básicas como la respiración, la sudoración o la micción. En total, se pueden perder hasta 2,5 litros al día, y factores como el café, el estrés, el ejercicio intenso o ciertos medicamentos pueden aumentar aún más esa pérdida. Por eso, reponer líquidos de forma continua es fundamental. La deshidratación no se debe solo a no beber agua; también puede estar relacionada con fiebre, consumo de alcohol, exceso de sal o el uso de fármacos como diuréticos, laxantes o antihistamínicos. Incluso el estrés puede provocar una mayor necesidad de orinar, lo que contribuye a que el cuerpo pierda líquidos.
Otro punto importante es que no todas las bebidas hidratan por igual. El alcohol, por ejemplo, tiene un fuerte efecto deshidratante porque interfiere con la hormona encargada de regular la cantidad de orina, haciendo que el cuerpo elimine más agua. Por eso, lo ideal es alternar su consumo con agua. El café también puede deshidratar si se bebe en exceso, especialmente más de tres tazas al día, y las bebidas azucaradas o con cafeína, como los refrescos, no son una buena fuente de hidratación si se toman en grandes cantidades.
Entonces, ¿cuánta agua deberíamos tomar? La Clínica Mayo sugiere que las mujeres consuman alrededor de 2,7 litros al día y los hombres 3,7 litros. Esta cantidad incluye líquidos y alimentos ricos en agua, como frutas, verduras o sopas, aunque el agua pura sigue siendo la opción más efectiva y recomendada.
Las especialistas mencionan ocho síntomas que pueden indicar una hidratación insuficiente: boca seca, sensación de sed, antojos repentinos —especialmente de cosas dulces—, orina muy oscura o en poca cantidad, dolor de cabeza, mareos, fatiga, piel seca o con picazón, labios partidos, ojeras más marcadas y estreñimiento. Incluso un simple test de la piel (pellizcarla suavemente y ver cuánto tarda en volver a su lugar) puede dar una pista.
Para evitar todo esto, lo ideal es mantener un consumo de agua constante a lo largo del día. También ayudan otras alternativas como infusiones sin azúcar, jugos naturales diluidos, agua de coco o bebidas con electrolitos. En la alimentación, conviene incluir productos como sandía, pepino, apio o lechuga, y llevar siempre una botella reutilizable puede facilitar el hábito de beber agua sin esperar a tener sed.
Si a pesar de estos cuidados los síntomas no desaparecen o empeoran, es importante consultar a un médico, ya que en algunos casos puede ser necesario recurrir a hidratación intravenosa para recuperar el equilibrio del cuerpo.
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