Cada vez más expertos coinciden en que el ejercicio físico es un aliado clave para quienes padecen trastornos tiroideos, ya sea hipotiroidismo o hipertiroidismo. Aunque no reemplaza el tratamiento médico, la actividad física ayuda a regular el metabolismo, mejorar el estado de ánimo y combatir síntomas comunes de estas enfermedades.
La glándula tiroides, ubicada en el cuello, es responsable de producir hormonas que controlan funciones vitales como el metabolismo, la temperatura corporal, el ritmo cardíaco y el nivel de energía. Cuando esta glándula funciona mal, el impacto en el cuerpo puede ser significativo.
Hipotiroidismo: cómo ayuda el ejercicio
El hipotiroidismo se caracteriza por una producción insuficiente de hormonas tiroideas, lo que puede generar fatiga, aumento de peso, depresión y lentitud mental. En estos casos, el deporte puede ser un complemento terapéutico fundamental.
«El ejercicio aeróbico, como caminar, nadar o trotar suavemente, ayuda a acelerar el metabolismo y controlar el aumento de peso«, señala la endocrinóloga Dra. Carolina Herrera.
Además, el entrenamiento de fuerza contribuye a conservar masa muscular, algo que suele perderse cuando hay disfunción tiroidea.
Hipertiroidismo: deporte con precaución
En el caso del hipertiroidismo, donde hay una producción excesiva de hormonas tiroideas, el cuerpo se encuentra en un estado de sobreestimulación: nerviosismo, palpitaciones, sudoración excesiva y pérdida de peso son algunos de los síntomas.
«Aquí es importante optar por ejercicios suaves, como yoga, pilates o caminatas, que no sobrecarguen el sistema cardiovascular«, advierte la especialista.
Ejercicio adaptado y supervisado
Tanto en hipo como hipertiroidismo, los especialistas insisten en que el deporte debe adaptarse a la condición de cada paciente y siempre contar con supervisión médica.
«Un plan de entrenamiento adecuado puede aliviar síntomas, mejorar la respuesta al tratamiento farmacológico y elevar la calidad de vida«, afirma la nutricionista deportiva Daniela Muñoz.
Más energía, mejor ánimo
El deporte también combate otro gran desafío para quienes tienen problemas tiroideos: la salud mental. La actividad física está comprobada como un potente antidepresivo natural, estimulando la producción de serotonina y reduciendo el estrés y la ansiedad.
Conclusión
Moverse es parte del tratamiento. Para quienes conviven con enfermedades de la tiroides, el deporte no solo mejora su salud física, sino también su bienestar emocional. Con orientación profesional, el ejercicio puede ser una poderosa herramienta de apoyo en el camino hacia el equilibrio hormonal.
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