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Dormir bien, la clave oculta del rendimiento deportivo

El sueño constituye un proceso fisiológico esencial para la recuperación y el rendimiento deportivo óptimo. En los últimos años, múltiples investigaciones han demostrado que la calidad y la cantidad de sueño influyen significativamente en variables fisiológicas, cognitivas y psicológicas relacionadas con la práctica deportiva.

Diversos estudios han evidenciado que durante el sueño profundo (fases NREM 3 y 4) se produce una mayor liberación de la hormona del crecimiento (GH), fundamental para la reparación de tejidos musculares, la síntesis proteica y la recuperación de microlesiones generadas durante el ejercicio intenso. Asimismo, en la fase REM, el cerebro consolida la memoria motora y los aprendizajes técnicos, procesos cruciales en deportes que requieren precisión y coordinación.

La privación parcial o total del sueño afecta negativamente la función neuromuscular, disminuye la fuerza, la velocidad y la resistencia aeróbica, y altera los procesos de termorregulación. Estudios realizados por el American College of Sports Medicine (ACSM) y la National Sleep Foundation señalan que los deportistas que duermen menos de 7 horas por noche presentan una reducción de hasta el 20 % en el rendimiento físico y una mayor incidencia de lesiones musculares.

Además, el déficit de sueño incrementa la secreción de cortisol, hormona relacionada con el estrés, y reduce la de testosterona y melatonina, afectando tanto la recuperación física como el estado anímico. Estas alteraciones endocrinas pueden generar fatiga acumulada, disminución de la motivación y deterioro del sistema inmunológico.

Por el contrario, intervenciones basadas en la extensión del sueño —aumentar de forma deliberada las horas de descanso— han mostrado mejoras significativas en el rendimiento. Un estudio de Stanford University (Mah et al., 2011) evidenció que atletas universitarios que dormían 9 horas diarias durante seis semanas aumentaron su velocidad y precisión en un 5–10 %, además de reportar menor percepción de fatiga.

En conclusión, el sueño debe considerarse un componente esencial del entrenamiento deportivo, al mismo nivel que la nutrición y la planificación física. Optimizar la higiene del sueño —mediante rutinas regulares, control de la exposición lumínica y limitación del uso de dispositivos electrónicos antes de dormir— constituye una estrategia científicamente respaldada para mejorar el rendimiento, prevenir lesiones y promover la salud integral del deportista.

@EstudioEstadio

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