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Colo Colo

¿Cómo entró el Beto al Monumental? Las debilidades del sistema que permitieron la presencia del barrista de Los de Abajo en el Superclásico

El domingo, Universidad de Chile no estuvo sola en el estadio Monumental. Los azules contaron con el apoyo de uno dos mil hinchas. La mayor parte se ubicó en el sector Magallanes, la galería del sector sur del recinto deportivo de Colo Colo. Otro grupo menor se ubicó en las localidades preferenciales del estadio albo. Un acuerdo entre clubes les permitió a los laicos contar con 90 entradas de reciprocidad o ‘cortesía’, cuya distribución estaba clara: 30 correspondían a palcos y el resto al también exclusivo sector Rapa Nui A, en el sector sur. Desde ahí observaron un pálido empate en blanco que no cautivó a nadie. Otra vez, la atención estuvo puesta en el entorno y en los evidentes problemas en la seguridad en el espectáculo, que derivaron en graves problemas.

La presencia de Gonzalo Carrera Rojas, el Beto, histórico líder de Los de Abajo, en la localidad, convenientemente aislada de las que ocupaban los forofos locales para evitar conflictos que, finalmente, igual se produjeron, generó una de las mayores controversias. Cómo había llegado ahí se transformó en el cuestionamiento más intenso. Iba acompañado de otro, considerando que se trataba de ubicaciones asignadas directamente al club: que hubiera recibido la prerrogativa de parte de Azul Azul. La ley es clara en la prohibición de favores o beneficios económicos en favor de los barristas.

¿Cómo entró?

En Azul Azul son claros en establecer que el Beto no formaba parte de la nómina de favorecidos con los tickets de cortesía. Esa distribución privilegiaba, en primera instancia, a los cercanos a los futbolistas. Cada jugador, de hecho, tenía derecho a un ticket, aunque hubo algunos, como Cristóbal Campos, que utilizaron más. Todas fueron asignadas a familiares directos, como su padre, su pareja y su suegra. Esos boletos eran nominativos. Cada uno consignaba el nombre y el RUN del usuario. 12 de los boletos no fueron utilizados y quedaron en poder de la administración del club.

En el CDA recalcan que ni el Beto ni nadie ligado a Los de Abajo aparecen en el listado que registró Azul Azul como concurrentes al partido más atractivo del fútbol chileno, más allá de que en el plano deportivo no haya satisfecho las expectativas. En Colo Colo, en tanto, se está investigando cómo Carrera accedió al sitio sin estar debidamente habilitado, aunque la preocupación principal es otra: identificar a los responsables de los graves hechos de violencia que empañaron el encuentro y que ponen al Monumental y al Cacique en riesgo de recibir enérgicas sanciones.

La explicación, al menos desde el sector azul, es simple: el barrista adquirió una entrada en localidad Rapa Nui B, a un valor de $ 50 mil pesos, y se movió dentro del recinto hasta llegar al lugar que ocupaba el público laico. De ahí que en La Cisterna le endosen la responsabilidad al Cacique y a los sistemas de seguridad para, en el escenario más básico, haber impedido la compra del mentado ticket, considerando que el RUN de Carrera debe estar asociado a su condición de permanente asistente a los partidos de los estudiantiles. Incluso más: que teniendo en la mano un ticket que no le permitía acceder al lugar que ocupaban los azules pudiera, efectivamente, llegar hasta ahí.

En efecto, El Deportivo tuvo a la vista el boleto nominativo que utilizó Carrera para entrar al Monumental, que correspondía al sector Rapa Nui B. Eso sí, a este medio se le planteó como condición que el documento no fuese publicado, porque contenía información personal.

Sin embargo, hay una infinidad de variables que le pudieron permitir al mentado Beto conseguir esa entrada. No es descartable que le haya ayudado algún contacto personal, lo que demostraría la vulnerabilidad del sistema. En Puntoticket declinaron referirse a la situación. Sostienen que la explicación debe darla Colo Colo.

Beto lo explica

Carrera explica con naturalidad a El Deportivo cómo logró aprovechar la vulnerabilidad del sistema, un propósito que ni siquiera se planteó. “Tengo la compra en mi cuenta de Puntoticket. No la descargué, porque no lo necesitaba. Entré con el carnet. No tengo derecho de admisión. De la barra me retiré, pague mis deudas. Tampoco hablo de la directiva de la barra. Compré una entrada como a cualquier concierto”, aclara.

En efecto, el ticket correspondía al sector B, lo que fue advertido por el control en el acceso. “Le expliqué que era hincha de la U y me dijo ‘mejor póngase acá’. No me interesaba comprar galería sur. Les puede parecer mal a algunos. Quiero seguir yendo al estadio toda mi vida. Por eso evito encontrarme con ellos, para que no se sientan pasados a llevar”, dice. La última parte de la reflexión alude a quienes fueron sus compañeros de filas. “Hace 13 años que dejé la barra. Lo hice bien, mal o más o menos, pero estoy al día. Limpié mis papeles”, insiste.

Finalmente, descarta cualquier posibilidad de ser favorecido por Azul Azul. “Si la U tuviera 100 cortesías, yo sería el 101. Pago dos abonos de tribuna. Por eso voy al estadio. Incluso me han impedido viajar. Ha habido charters que incluso pude pagar, pero me bajaron por haber sido de la barra. Hoy estoy en otra. Y te insisto: compré entrada como cualquier cristiano”, manifiesta.

Colo Colo se defiende

En Macul le restan crédito a la versión de los estudiantiles. “No hay que darle muchas vueltas. Esas entradas salieron de Azul Azul”, establece una fuente del club popular, convencida de una abierta irregularidad, como ha sido la tónica desde que se desató la controversia.

En el Cacique recalcan que las entradas al sector Rapa Nui son numeradas y, por ende, nominativas. Que están asociadas al RUN de quien las recibe. Sin embargo, ese proceso es posterior a la distribución de los cupos que asignan como regalías. “Las cortesías se entregan ‘en blanco’. El asistente recibe el link (URL) para ingresar sus datos y acceder al estadio”, especifican.

Original de La Tercera

@EstudioEstadio

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