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Colo Colo

Los pecados que le costaron a Stöhwing la salida de la presidencia de Blanco y Negro

Alfredo Stöhwing deja la presidencia de Blanco y Negro. Lo hace después de la estratégica movida que realizó el bloque de Aníbal Mosa. A fines de marzo, Eduardo Loyola renunció al directorio de la concesionaria que administra a Colo Colo. Como consecuencia, se debió convocar a una junta de accionistas en la que tendría que recomponerse el directorio de la empresa. La realidad era diametralmente opuesta a la de abril de 2022, cuando el ingeniero comercial asumió el cargo en reemplazo de Edmundo Valladares.

Como presidente albo, Stöhwing celebró un título nacional, una Copa Chile y una Supercopa, al margen de la definición pendiente con Huachipato respecto del último desafío entre campeones, que debió suspenderse por los graves incidentes que se produjeron en el partido que se disputó en febrero, en el Estadio Nacional. Por contrapartida, no pudo saldar una vieja deuda del club: reverdecer laureles a nivel internacional.

Anuncios y pecados

Hace un par de semanas, Stöhwing quiso saldar otro compromiso eternamente postergado en Macul: la remodelación del estadio Monumental. Sin embargo, la revelación del proyecto terminó transformándose en un boomerang. En principio, porque en el bloque que encabeza Mosa reclamaron que el anuncio había sido realizado sin comunicación al directorio y, fundamentalmente, porque le asignaron un afán electoralista.

El Club Social y Deportivo Colo Colo, que con los dos asientos que le confiere el contrato de concesión termina jugando un rol clave en cada votación, también reaccionó con aprensiones, fundamentalmente a la posibilidad que deslizó el propio Stöhwing en una entrevista a El Deportivo. Ahí, junto con el llamado a la unidad en torno al proyecto, desliza la opción de extender el contrato de concesión. “No. O sea, hay que verlo. Hay que conversarlo con el Club Social y Deportivo. Depende de la cantidad de años. Probablemente, pero no creo que se opongan a una cosa que es de beneficio para la institución y que, al final, va a quedar para el club social y deportivo”, declaró. La entidad matriz de los albos, que preside Matías Camacho, descartó tajantemente esa opción. “No estamos informados de sus decisiones. Es raro. Esas determinaciones son institucionales, no personales”, dispararon desde la oposición.

Ahí, de paso, se diluyó cualquier posibilidad de que la corporación apoyara la reelección de Stöhwing. Eso, sin perjuicio de otras acciones que también habían sido cuestionadas, porque le afectaban directamente. El más significativo: el término de los beneficios en el valor de las entradas a los socios de la entidad matriz. Ciertamente, también hay materias de fondo, inherentes a la históricamente tirante relación entre ambas organizaciones.

Estilo personalista

En el seno del directorio de la concesionaria ya se había criticado el estilo personalista que Stöhwing impuso en el club. Donde más lo notaban sus compañeros de mesa era a la hora de las contrataciones, una materia en la que todo dirigente de fútbol siempre anhela intervenir. La queja se escuchó en todos los períodos de fichajes y, por cierto, de contratación de entrenadores: que los directores no eran informados de las decisiones y que, prácticamente, las conocían cuando ya estaban tomadas. Sin ir más lejos, la de Jorge Almirón no escapó a esa estela de secretismo que le acusaban desde la contraparte, por más que el nombre resultara atractivo, a la luz de sus pergaminos.

En ese contexto, por ejemplo, a Stöhwing se le reprochaba insistentemente por no convocar a la Comisión de Fútbol, una instancia ampliada en la que, además de los directores, participa el gerente deportivo, Daniel Morón, y en la que habría espacio para debatir ideas en torno a la conformación y el funcionamiento del equipo. Lo mismo pasó con la demora en el pacto de los premios por la participación en la Copa Libertadores y hasta con la distribución de vehículos por parte de uno de los sponsors al plantel. En la mesa alegaban que no fueron consultados.

La salida de Gustavo Quinteros, fue otra decisión que sorprendió al resto del directorio. “Estimamos necesarios un cambio de aire y por eso se toma la determinación. (Fue una) Muy buena conversación, es una persona de fútbol, es una persona correcta y lo entendió perfectamente. Le dijimos que las puertas quedan abiertas, fue una conversación muy agradable”, declaró Stöhwing. “Cuando las cosas no dan resultado después de algunos años, como la Copa, uno dice que hay que intentar algo nuevo, no se puede quedar en lo mismo y esto es parte del cambio”, amplió. Sin embargo, desde la contraparte volvieron a alegar desinformación. Mosa, de hecho, había manifestado públicamente que se jugaría por la continuidad del estratega, quien ahora adiestra a Vélez Sarsfield. El portomontino fue quien lo fichó en 2021, cuando los albos coqueteaban peligrosamente con el descenso.

Dardos a Mosa y exámenes a Vidal

Este año, la tensión con el sureño creció. En febrero, cuando Mosa criticó las condiciones del traspaso de Damián Pizarro al Udinese, Stöhwing le respondió con artillería pesada. “No me llama la atención, porque Aníbal Mosa tiene una obsesión por llegar a ser presidente del club”, contestó. Y luego lanzó dos dardos que dolieron profundamente en el entorno del empresario de origen sirio. “Me extraña poderosamente de alguien que protagonizó una de las peores administraciones en la historia del club, que perdió alrededor de 15 millones de dólares en su presidencia. Si tuviéramos esa plata podríamos hacer maravillas”, sentenció, respecto de la gestión del sureño a cargo del club. El último proyectil fue al corazón: “Estuvimos a punto de irnos a Primera B con él”. Esa vez, en el mosismo remarcaron que el discurso público de Stöhwing era distinto al que mostraba en las sesiones de la mesa.

Otro episodio, también en el inicio del año, reflejó las diferencias: el retorno de Arturo Vidal. En la facción del directorio que representaba Stöhwing había dudas respecto de la conveniencia de acometer un fichaje millonario, considerando que el Rey arrastraba una cirugía reciente en la rodilla derecha. Mosa, con los votos del Club Social y Deportivo Colo Colo, logró la aprobación del directorio para perseverar en la contratación. aunque el timonel en ejercicio y su bloque se jugaron la última carta: someter al volante a exhaustivas revisiones en una clínica especializada y no a a través del cuerpo médico del club. Vidal los superó y, con altibajos, empieza a justificar su traída. La única herida del caso fue, otra vez, la que quedó en la dirigencia.

Original de La Tercera

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