La derrota por 4-0 ante Fortaleza no solo dejó a Colo Colo al borde de la eliminación en la Copa Libertadores, también expuso de forma brutal las falencias de un proyecto que, en el año del centenario, parece alejarse cada vez más de sus objetivos. Jorge Almirón lo definió como un “partido catastrófico”, y no es para menos. El equipo brasileño arrastraba diez partidos sin ganar, y aun así logró arrollar al Cacique en el Arena Castelao.
La ilusión de llegar a instancias decisivas del torneo continental —como lo expresó Aníbal Mosa en febrero al declarar que “el sueño es llegar a la final”— se ha convertido en una quimera. Con solo dos puntos en cuatro fechas, Colo Colo es colista del Grupo E y su permanencia en el certamen depende de una combinación de resultados. El objetivo mínimo de igualar la campaña del año pasado (cuartos de final) ya parece lejano.
Tácticas cambiantes y sin rumbo claro
Uno de los principales focos de cuestionamiento apunta a la dirección técnica. En cuatro partidos de Libertadores, Almirón ha utilizado tres esquemas distintos, sin lograr consolidar una identidad de juego. Del 4-2-3-1 en el debut ante Bucaramanga, pasó a un 3-4-1-2 contra Fortaleza en Santiago, que repitió ante Racing. Y frente a Fortaleza en Brasil, el desconcierto fue total: inició con línea de tres, luego cinco, y cerró con cuatro, sin claridad táctica ni jerarquía futbolística.
El desorden se reflejó también en los roles individuales: Esteban Pavez y Arturo Vidal intercambiaron funciones constantemente, y la estructura defensiva colapsó en el primer tiempo. La goleada fue inevitable, y el propio Vidal lo resumió con crudeza: “Regalamos los goles. Tuvimos una idea, pero no la ejecutamos”.
Rendimientos bajos y señales desde el camarín
Más allá del planteamiento, varios nombres claves no han estado a la altura. Jugadores como Saldivia, Wiemberg, Cortés y el propio Pavez han mostrado un nivel muy por debajo del esperado. A eso se suma el bajo impacto de refuerzos costosos como Salomón Rodríguez, cuya suplencia ante Fortaleza fue otro síntoma de la falta de certezas en el equipo.
La tensión llegó al vestuario. Pavez no escondió su molestia: “El esquema no funcionó y hay que preguntarle al profe”, declaró tras el partido, abriendo una grieta en la interna del camarín. Lucas Cepeda, uno de los pocos que mostró intención ofensiva, fue ubicado en una posición poco clara, alternando funciones con Aquino, lo que evidenció la improvisación en el armado.
El contrato de Almirón, un freno a una salida
El entrenador argentino renovó por dos años y su continuidad está blindada por un contrato cercano a los US$ 2 millones anuales, lo que complica cualquier decisión drástica. Según fuentes cercanas a Blanco y Negro, no se considera su despido inmediato, aludiendo que “el equipo ha jugado poco” como argumento para seguir apostando por el proceso.
Sin embargo, las señales no son alentadoras. La frase del propio Almirón antes del partido, “sé que en algún momento los ciclos se cumplen”, dejó un sabor amargo entre los hinchas y alimenta la idea de un proyecto que ya no convence.
Todo o nada ante Limache
Colo Colo deberá enfrentar nuevamente a Limache este sábado por la clasificación en la Copa Chile, en un partido que asoma como una nueva final. Otro traspié podría terminar de sellar el deterioro del proceso de Almirón, en una temporada donde las promesas están muy lejos de cumplirse.
El ambiente en Macul está tenso. El margen de error se agotó. Y si bien la Libertadores aún ofrece chances matemáticas, el presente del Cacique exige respuestas urgentes.
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