En el mundo del deporte de alto rendimiento, la recuperación post-entrenamiento es tan importante como el ejercicio mismo. Una de las preguntas más comunes entre los atletas es: ¿es mejor una ducha helada o caliente después de entrenar?
La respuesta depende del objetivo específico del deportista. Las duchas frías, o crioterapia, han ganado popularidad por sus beneficios inmediatos: reducen la inflamación muscular, aceleran la recuperación y disminuyen el dolor post-ejercicio (DOMS). Muchos atletas de élite las utilizan justo después de entrenamientos intensos o competencias para prevenir el desgaste físico.
Por otro lado, las duchas calientes favorecen la relajación muscular, mejoran la circulación sanguínea y son especialmente útiles en la recuperación a largo plazo o en días de descanso activo. También ayudan a reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño, dos factores clave en el rendimiento deportivo.
Los expertos recomiendan un enfoque individualizado:
-
Ducha fría para después de sesiones de alta intensidad, entrenamientos explosivos o partidos exigentes.
-
Ducha caliente para días de baja carga, recuperación activa o cuando se busca aliviar la tensión muscular general.
Además, algunos entrenadores proponen una técnica combinada conocida como terapia de contraste (alternar frío y calor), que mejora la circulación y acelera los procesos de recuperación.
En resumen, no existe una única opción correcta, sino que el uso de duchas calientes o frías debe adaptarse al tipo de entrenamiento y a las necesidades del cuerpo del atleta.
@EstudioEstadio