En un contexto en que la salud neurológica cobra cada vez más protagonismo, diversas investigaciones científicas confirman que la actividad física regular no solo fortalece músculos y pulmones, sino también mejora el funcionamiento del sistema nervioso central y autónomo.
¿Qué cambios neurofisiológicos ocurren con el ejercicio?
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Los estudios muestran que el entrenamiento físico reduce la actividad excesiva del sistema nervioso simpático (SNS) y favorece una mejor regulación autonómica. Por ejemplo, una revisión apunta que el ejercicio disminuye la salida simpática (lo que contribuye a regular la presión arterial) mediante plasticidad neural en regiones cardiovasculares del cerebro.
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Además, la práctica regular de actividad incrementa en el cerebro niveles de factores neurotróficos como el Brain‑derived neurotrophic factor (BDNF) y el Nerve growth factor (NGF), esenciales para la supervivencia, crecimiento y conectividad de neuronas.
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También se observa que ejercitar las extremidades (por ejemplo las piernas) aporta señales al cerebro que promueven la generación de nuevas células nerviosas, lo cual refuerza la salud neurológica global.
¿Qué tipo de ejercicio es especialmente útil?
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Las actividades aeróbicas de intensidad moderada (caminar rápido, trotar, nadar, bicicleta) son eficaces para estimular la neuroplasticidad y favorecer el equilibrio del sistema nervioso autónomo.
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El entrenamiento de fuerza también tiene impacto: mejora la comunicación entre nervios y músculos, lo que indirectamente afecta el sistema nervioso motor y autonómico.
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Incluso ejercicios de baja intensidad, como estiramientos o gimnasia ligera, pueden modificar la actividad autonómica (por ejemplo del nervio vago) y mejorar funciones cognitivas.
¿Cuáles son los beneficios para el sistema nervioso?
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Mejora de la regulación del estrés: el ejercicio ayuda a calibrar la respuesta del SNS y del sistema de eje HPA, lo cual reduce efectos de activación crónica nerviosa.
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Mejora de la capacidad cognitiva y del funcionamiento cerebral: mayor flujo sanguíneo, más neurotrofinas, mejor plasticidad sináptica.
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Promoción de la salud neurológica a largo plazo: en estudios sobre enfermedades neurodegenerativas se encuentra que ejercicio regular puede retardar su aparición o progresión.
Recomendaciones prácticas
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Apunta a al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, o una combinación de moderado + sesiones de fuerza, como sugieren guías de actividad física general.
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Incluye variedad: caminar, nadar, bici + entrenamiento de fuerza 2 veces por semana.
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Asegúrate de tener descanso adecuado: la recuperación es clave para que el sistema nervioso se regenere y se adapte.
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Ajusta intensidad: el objetivo no es sobrecargar al sistema nervioso sino estimularlo de forma sostenible.
Conclusión
La evidencia científica es clara: hacer ejercicio de forma regular es una estrategia potente para fortalecer el sistema nervioso, tanto en términos de función como de resiliencia. Si buscas mejorar tu bienestar neurológico —además de tu condición física—, incorporar actividad física no es opcional: es fundamental.
@EstudioEstadio