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Histórico: Djokovic logra el triplete en Wimbledon y ya es parte del Club de los 20

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Hoy la cima del mundo no solo tiene a Federer y Nadal. El tercer Wimbledon al hilo de Novak Djokovic, y vigésimo Grand Slam de su carrera, es un cambio de paradigma. El paso definitivo para igualar a quienes persiguió, al menos en las estadísticas, de forma incesante durante la última década. Lo consiguió tras vencer a Mateo Berrettini (9°) por 6-7(4), 6-4, 6-4 y 6-3, logrando por sexta vez levantar el trofeo en el césped británico. En el Club de los 20 ya no solo hay dos sillas.

Pero no todo fue fácil para el nacido en los Balcanes. Tuvo que luchar contra sus emociones y contra un jugador que batalló hasta el límite. Un primer set lleno de emociones, que primero parecía decantarse por la experiencia de Djokovic, y es que en ese inicio las dudas del debutante eran evidentes. La Catedral atrapa y muchas veces nubla a quien no la conoce a la perfección. Pero Mateo se repuso. Logró quebrar en el 3-5 y desatar la locura del público inglés, uno que siempre ha sentido un resquemor con la figura de Novak.

Una exaltación que aumentaría cuando el nueve del mundo conseguiría el primer set del partido. Querían ver a Mateo con el título. Pero el viaje entre ganar un set y levantar un Grand Slam es muy largo, y pese a que comenzar ganando ayuda, a fin de cuentas no asegura nada. Es cosa de preguntarle a Zverev o Tsitsipas. Este último estuvo dos sets arriba en la final de Roland Garros hace un mes, pero terminó sucumbiendo ante la experiencia de Nole. Una que volvió a aparecer en el segundo parcial.

Perder el primer set no lo complicó ni un poco. Siguió jugando como si nada hubiera pasado, conociendo a la perfección estas instancias. No por nada es el segundo jugador con más finales de Grand Slam, solo con una menos que las 31 de Roger. Juega con su tenis y con los sueños de su rival. Utiliza la ansiedad de quien le responde la pelota.

Rápidamente se puso 4-0, pero dudó. Fue una tónica durante gran parte del partido. Cuando parecía que ya se escapaba y tenía todo listo para abrochar los parciales, algo pasaba que se quedaba corto. Pero si hay algo que tiene Djoko, es resistencia. Luchó y esperó su momento, uno que llegó en 5-4.

Algo similar a lo que sucedió en el tercero, aunque en ese parcial lo que más llamaba la atención era el rol que tomaban las gradas del Court Central. Los “¡Mateo, Mateo!” sonaban cada más fuerte. Algo que Nole respondió con winners y puntos de resumen semanal. Pese a que ha dicho incansablemente que no es un chico malo, para muchos en el circuito siempre lo será. Muchos no lo soportan, en gran parte por lo que consiguió, por ser esa figura que rompió uno de los duopolios más románticos del tenis.

Pero resistirse a lo que hace ya es inútil. Y cuando ganó 6-4 el tercero, los ingleses tuvieron que aceptarlo de mala gana. A veces no queda más que aplaudir, pese a que abajo de la camisa esté oculta una polera suiza o española. Djokovic no es carisma, es tenis. Uno que en el último tiempo es invencible.

Cerró el partido en un set igualado, bravo. Con un público que lo incomodó en cada paleteo, pero que igual terminó por asombrarse de lo que puede hacer. El punto que consiguió en el 15-30 del 2-3 fue un poema y los presentes no tuvieron otra opción que rendirse ante él. Quebró en el tres iguales y se puso a tiro del objetivo, uno que cuando ya está tan cerca es muy difícil que se le escape. Cerró las formalidades al quebrar el servicio de Mateo en el 5-3. Volvía a reescribir la historia.

Con esto Djokovic avanza otro paso más en su lucha interna por ser el mejor jugador de todos los tiempos. Algo que parece inevitable. Los números se rinden ante sus logros y hoy le llegó la membresía para el Club de los 20, una que esperó por varios años. Federer, Nadal y Djokovic, los tres hombres con más grandes. Igualados de momento, porque Nole no quiere detenerse aquí. Su objetivo es mirar desde las alturas a sus rivales. El US Open lo espera, un torneo donde puede encontrar la reivindicación y la gloria absoluta. De conseguir los cuatro Grand Slam en un mismo año, no habrá más que admitir que Novak Djokovic es el mejor tenista que haya pisado la tierra.

Original de La Tercera

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